Llegué a la cueva y atravesé la entrada. No se veía nada, apenas quedaba claridad, ya estaba anocheciendo y yo había sido tan imprudente que no me había llevado una linterna o el móvil. Y eso que el móvil nunca se me olvidaba. Bueno, tendría que buscar a Sara sin luz. Tal vez gritando su nombre....
- ¡Cornelia!- gritó Samuel- ¿dónde estás?
- ¡Aquí, en la cueva!
Samuel entró y alzó su móvil que tenía incorporada la aplicación de linterna. No es que alumbrara mucho pero algo es algo.
Estuvimos buscando a Sara y llamándola a gritos. No aparecía. Sentí un extraño sentimiento dentro de mí y una lágrima empezó a correrme por el rostro.
- Cornelia, no llores, la encontraremos. A lo mejor si bajas un poco el tono con el que respiras nos oiga.
- ¿Yo?, yo no estoy respirando así, creía que eras tú.
Los dos nos miramos con las caras alumbradas de felicidad.
-¡Sara!- gritamos al unísono. Empezamos a andar, siguiendo el sonido de esa respiración.
Entonces Samuel se tropezó con algo y se cayó al suelo. El móvil cayó con él, alumbrando un agujero que había en una pared, al lado del suelo.
En este, yacía en un ovillo mi amiga, sí, mi amiga Sara.No pude controlarme y me lanzé a darle un abrazo.
-¡Sara! ¿Cómo estás? Ven, tienes que volver a casa.- dije
- ¡No! No puedo volver, es más no podemos volver sin tu madre. Si volvemos nunca más la volverás a ver. No podemos echarnos atrás. Y eso te incluye a ti, Samuel. De alguna manera que ya me contareis has sido involucrado en este asunto.-dijo Sara
- Yo, yo....- Samuel estaba confundido- No podemos quedarnos, no tenemos agua, ni comida, ni nada.
- Creéme, no nos hará falta- dijo Sara. La miramos confusos. ¿Qué estaba diciendo?
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